La industria aseguradora
Juan Carlos Díaz-Granados Martínez - Guayaquil, Ecuador
Las entidades aseguradoras son intermediarios financieros no bancarios que canalizan el ahorro hacia el mercado de capitales. Su función más importante es que a cambio del pago de una prima, el asegurado deje de sufrir una pérdida económica como consecuencia de la ocurrencia de un riesgo.
Para poder cumplir ese objetivo, las compañías de seguros tienen un pasivo en contrapartida a las obligaciones contraídas con los asegurados, reflejado en las provisiones técnicas.
La cartera de inversiones de las aseguradoras dirige los recursos procedentes de la asunción de riesgos correspondientes a los asegurados y los invierte en fondos públicos, valores industriales, hipotecas, inmuebles, etcétera.
Desde un punto de vista financiero, el tomador de una póliza de seguros es el prestamista que proporciona crédito al asegurador para “fabricar” el producto (la seguridad), convirtiéndose éste en un mero agente preocupado por colocar esos fondos en los valores más rentables para afrontar periódicamente las devoluciones que vayan surgiendo de entre todos aquellos que le han sido prestados.
Los rendimientos procedentes de las inversiones obligatorias (provisiones legales y técnicas) que deben realizar las empresas aseguradoras para el pago de posibles prestaciones futuras y el incremento de las provisiones técnicas en los seguros de vida y pensiones, son una fuente de ahorro como componente de la renta nacional, que debería estar canalizado hacia activos de renta fija a medio y largo plazo, permitiendo un crecimiento continuado de la actividad económica de las empresas que los emiten y de los individuos que invierten su dinero y proporcionando prosperidad para la sociedad.
La función financiera del sector asegurador consiste, por una parte, en facilitar el traspaso de unas unidades económicas que tienen exceso de dinero a otras que carecen de él y, por otra, en transferir los fondos captados en las unidades económicas ahorradoras (economías domésticas y empresas) hacia sectores productivos de la economía e inversores, por medio de la formación de importantes stocks de capitales (patrimonio propio y provisiones técnicas).
La actividad aseguradora, por su naturaleza, convierte en inversión a largo plazo lo que, en general, no fue siquiera considerado ahorro por el contratante del seguro, sin embargo, es un ahorro desde el punto de vista financiero muy estable y a largo plazo.
Por todo esto es importante que las autoridades económicas liberen a las aseguradoras privadas de las inversiones obligatorias de las provisiones y reservas de contingencia de las compañías de seguros en certificados y valores emitidos y garantizados por instituciones del sector público y los ecuatorianos eliminemos el monopolio mal administrado del IESS para el caso de las pensiones jubilares y servicios de asistencia médica.
El esquema actual solamente beneficia el modelo perverso de gasto público improductivo que estamos viviendo, perjudicando el ahorro nacional, la inversión productiva, la prestación de servicios médicos de calidad y pensiones jubilares justas.